Agua, que reconcome desgasta y taladra no mojará mi posada sin luz que aquí me atrevo a enjaularla y decirle de todo y se me enamora. Vuelve, cuando me encuentro salvando los muebles para picarlos y darles de arder para que ría y se haga de día sin amanecer.
Sabe, que la convido a comerse las llaves del purgatorio de mi naufragar que lo conozco y es aire tan fino que luzca mi carraspera y temple que me convite de acero caliente para joder con las patas de atrás y dar la vuelta y buscar la reyerta en otro trashumar.
Bienvenido al secadero ven a ver el desconcierto que tocan a muerto los quinquis besando con saña a los poligoneros. Los faquires que se acuestan juntos a mí y apuntalan escupiendo al viento mis entrañas de viejo.
Saca, pa´ los mosquitos el clavo y la albahaca que en ambrosía por fin sacaré de mis recuerdos infectos se esconden o flotan las calaveras llenas de redileo trasquile en cadenas pero este sauce quiere sonreír y en adelante le queda el desplante para resistir.
Bienvenido al secadero ven a ver el desconcierto que tocan a muerto los quinquis besando con saña los poligoneros, los faquires que se acuestan juntos a mi y apuntalan escupiendo al viento mis entrañas de viejo.