La otra noche aspiré algo que me envenenó la sangre y se me quemaban la manos pararrayos de la fiebre rápido cogí y escribí un poema maté a un hombre o a una mujer puse un conejo feliz en el aire salió volando
Llegó el momento y me abracé a un árbol sentado en el sofá me tomé el micro entró un deportista por la ventana y le conté el resto de mi vida y cuando el viento se puso verde desperté pero no había dormido montó una hoja su caballo de luz y me trajo mi cuerpo usado
Ahora vivo en la superficie de raro pueblo esclavo del aire y cada hora es tendido en el suelo una ofrenda y una ofensa una ofensa y una ofrenda…