Te conocí en la salida en la puerta de aquel cabaret una alegre noche de fiesta y de beber buscamos por todos los bares del centro de la ciudad la mentira de un mundo que sueñas y nunca se da.
Tuvimos mucho dinero y tiempo de hacerse el matón sin advertir que esta vida ataca a traición se descubrió la impostura y resultó que al final ni yo era tan arrogante ni tu tan fatal.
Y el mundo soñado era una ilusión y el mejor amigo un bribón pues todo se vende al mejor postor y en lo más barato el honor.
Sufrimos después la certeza entre tanto feliz timador de que tú, ni yo, ni nadie era mejor si todos somos ladrones, el delito solo puede ser que te pillen con la mano en el pastel.
Con la gran resaca de la decepción cada uno a la luz de un farol el rimel ajado del trasnochador dejó de tener gracia amor.
Y así el champán selló un adiós cada uno a su luz de farol sé que fue lo mejor para los dos, tu y yo.