Nunca debió amanecer aquel día gris en Nueva York en que a los Johnson se les ocurrió ir de visita al zoo nunca debió amanecer para el pequeño Bobby.
Que quiso realizar el sueño de tantos escolares metiéndose en la jaula de los osos polares nunca debió amanecer.
Y ahora todo el mundo llora Mr. Johnson echa la culpa a su señora maldito el día en que se te ocurrió llevar al niño de paseo al zoo de Nueva York El presidente de la compañía de seguros llora desconsoladamente y soportando las estúpidas miradas de la estúpida gente los pingüinos no dejan de llorar.
Los osos no fueron conscientes de su error notaron, eso sí, un ligero cambio de sabor no les acabó de convencer el pequeño Bobby.
Estaba poco hecho, yo lo hubiera dejado diez minutos más en la sartén yo le habría añadido una pastilla de Avecrem a cualquier cosa le llaman hoy comer.
Y ahora todo el mundo llora Mr. Johnson echa la culpa a su señora maldito el día en que se te ocurrió llevar al niño de paseo al zoo de Nueva York El presidente de la compañía de seguros llora desconsoladamente y soportando las estúpidas miradas de la estúpida gente los pingüinos no dejan de llorar.