Regreso al tiempo en que te conocí
cuando el mundo acababa en tu jardín.
Yo era el cow-boy más duro de la Unión
y tú la bailarina del salón.
Todas te aventajaban en virtud,
pero ninguna daba lo que tú.
Un día volaste, alguien me contó
que has echo del amor tu profesión.
Desde que aquel invierno terminó
desde que aquel amigo se esfumó.
Desde que comenzaste a resbalar
desde que decidiste abandonar.
Por el túnel que lleva donde crece
la más oscura flor de la ciudad.
Yo sigo igual que siempre, en Madrid,
las cosas no dan mucho más de si.
Un día te llamo y vamos a cenar,
espero me harás un precio especial.
El resto de la banda se perdió,
el maldito reloj lo engulló.
Hacen quinielas, hijos, van al bar,
tu oficio no es peor que los demás.