Habría que saber Por qué nos insultamos la primera vez Que alguien nos presentó; Por qué cenamos sin mirarnos En la mesa donde estaban mis amigos; Hasta que un ángel pasó en silencio Y nos miramos escuchando a los demás.
Habría que saber Por qué nos abrazamos la primera vez Bailando una canción de amor; Si lo nuestro era apenas un deseo; Una pendiente para dejarnos ir; Para encontrarnos; y después Guardar tu nombre entre otros nombres de mujer.
Y habría que saber Por qué bebí la noche jugando con tu piel. Y habría que saber Por qué razón del mundo me olvidé; Entre fatigas breves; Entre una luz rojiza y unas flores de papel, En un pequeño cuarto de un hotel.