Roberto, mi amigo, murió en la Florida. Su querida hija y creo que su hermana lo velan y preguntan cómo es que Manolo que estaba en Valencia: las autoridades no lo dejar entrar.
¿Ha valido la pena? —pregunto— no sé... ¿Ha valido la pena? —respondo— no sé...
Mi hermano Jacinto que vive en La Habana no sabe si su hija que tuvo una nieta que aún no ha conocido sabrá que su madre murió de repente: las autoridades no lo dejan salir.