No hay cuatro vientos sino mil soplando sobre la copla y cada uno se hace sentir con la voz de donde sopla. Y cada uno se hace sentir con la voz de donde sopla, no hay cuatro vientos sino mil soplando sobre la copla.
Coplas del viento molinero que muele la sonoridad de los otoños en el vuelo de su reseca hojarasca, tráeme tu luz, viento viajero, que donde vivo ya no hay más, tráemela con tu soplo fresco sobre mi oscura palabra.
No hay cuatro vientos sino mil...
Viento dolido de la historia, sopla sobre mi corazón para que juzgue la memoria sobre el olvido y el perdón. Tráeme de todos lados viento lo que la gente callada murmura en su alma para adentro como una gran marejada.
No hay cuatro vientos sino mil…
El viento siempre se encarga de terminar lo que empieza, lo que se enciende lo abrasa, lo que se apaga lo vuela. Hago mi copla bandera dócil al viento profundo que se vuelve aire y flamea como marcándome el rumbo.